Bakary Diba, 26 años, vivía en el Parque de la Ciutadella, ¿vivía?, más correctamente: sobrevivía como podía. Según CNAACAT (Comunidad Negra Africana y Afrodescendiente de Catalunya), Bakary era amado y conocido por la comunidad del parque. Enfermo, a pesar de asistir regularmente a cuidados sanitarios, ha seguido durmiendo a la intemperie, poniendo su cuerpo al límite. En su corta vida ha pasado años atrapado en esta situación, con su salud mental cada vez más deteriorada, lo que le había dificultado enormemente la reconstrucción de un proyecto vital digno. Murió en este mes de enero.
Este caso no es algo aislado. En septiembre del año pasado una mujer llevaba muerta cuatro horas frente al Corte Inglés de la Plaza Catalunya, sin que nadie lo advirtiera. Y más. Según estimaciones de los equipos municipales en Barcelona en diciembre 2024 son más de 1300 las personas que pernoctan en la calle, en asentamientos muy precarios 260; y personas sin hogar en recursos residenciales específicos 2860, un 66%. En Cataluña se estimaba en 2022 que unas 2531 personas pernoctaban en la calle y 9000 personas sin hogar. Todos los indicadores hablan de posteriores aumentos. Según Arrels, sólo al 13% se les ofrece alojamiento después de un alta hospitalaria.
Nos puede ocurrir que, ante la preocupación legítima, transversal, urgente, sobre el dificilísimo acceso a viviendas dignas por parte de la mayoría de la población, no tengamos presentes a los hombres y mujeres que viven en la calle. Se dice que la dignidad de un pueblo se mide en cómo cuida a quienes viven en situación de mayor vulnerabilidad, y en este caso hablamos de un extremo desgarrador.
Este 25 de enero hizo tres años que entró en el Parlamento de Cataluña la Proposición de ley de medidas transitorias y urgentes para hacer frente y erradicar el sinhogarismo, fruto del trabajo de más de tres años de las entidades sociales Assís Centre d’ Acogida, Arrels Fundació, Cáritas Cataluña, la Comunidad de Sant’Egidio y San Juan de Dios Servicios Sociales en alianza con el mundo académico impulsado y dirigido por Antoni Milian i Massana, catedrático de derecho administrativo de la UAB, junto con otras catedráticas y profesoras de la UB y la UAB. Una elaboración inédita y sin precedentes. No es una ley de vivienda, es una ley de medidas transitorias, urgentes, destinada a un colectivo huérfano de normativa que lo ampare
Esta propuesta de ley, iniciativa pionera en el contexto legislativo europeo, crea la figura del espacio residencial digno como derecho de carácter subjetivo, reconoce derechos elementales y básicos que aportan dignidad como son: derecho a consigna, servicios de higiene personal, derecho a un centro de baja exigencia, derecho a hacer uso de la calle sin el riesgo de ser sancionado (mientras no se tiene un espacio residencial digno), derecho a empadronarse, seguridad, derecho a la intimidad, derecho a despedida digna con sala de velatorio y oratorio. Prevé instrumentos de cooperación entre administraciones y Entidades Sociales, también dar respuesta a situaciones de sinhogarismo complejo. Supone aumento de presupuesto a vivienda de inserción. Y aporta un planteamiento de equidad territorial.
¿Y qué ha pasado?, pues durante dos años y medio el Parlamento ha organizado numerosísimas comparecencias, se ha eternizado, hasta que en mayo de 2024 se ha disuelto sin haberse aprobado. Mientras tanto el Pla endreça del Ayuntamiento de Barcelona ha sancionado a un buen grupo de personas en esta situación.
Es de esperar que no se empiece de cero como a menudo parece que ocurre en el caso de las Cumbres contra la corrupción. Esperemos que el compromiso de los Partidos Políticos sea real y efectivo.
Este año 2025 sí. Señores y señoras parlamentarias, cuando atraviesen el Parque de la Ciutadella para ir al Parlamento fíjense bien. ¿Podemos contar con que se aprobará ya?
Francina Planas