Alarma en el mercado

04/03/2025

Verano de 2025. Las autoridades anuncian la prohibición de celebrar San Juan en la calle. La portavoz del gobierno no ha informado de ninguna alerta climática, amenaza terrorista o riesgo de contagio de una enfermedad grave, sino que justifica la medida por los informes recibidos sobre el aumento de la venta no autorizada de alcohol en la vía pública y el riesgo de peleas y aglomeraciones.

Para la mayoría, esta noticia inventada nos parecería inverosímil, pero permitidme que os cuente una noticia real de hace unos meses.

El pasado otoño, el alcalde de Canovelles anunció la suspensión temporal, sine die, del mercado semanal, uno de los más grandes de Cataluña. Según el consistorio, el aumento de la venta sin licencia (conocida como top manta) y las aglomeraciones dificultaban la movilidad de los servicios de urgencias en el centro del municipio. El ayuntamiento alegó falta de efectivos policiales para controlar la situación. Finalmente, la Generalitat se comprometió a aumentar la presencia policial y el alcalde retiró la suspensión, trasladando el mercado a las afueras del municipio. Actualmente, la venta sin licencia parece haber desaparecido, también lo han hecho parte de los clientes.

El mercado semanal es un reflejo de la diversidad social de la población de Canovelles y su entorno. Es un espacio público donde personas de diferentes orígenes compran a precios asequibles, toman el aperitivo o conversan con vecinos, comerciantes u otras personas desconocidas, sin necesidad de registrarse en ninguna de las redes digitales de moda. Ahora ya sabemos, mal llamadas «sociales». En tiempos de creciente soledad no deseada, aislamiento social y proliferación de guetos, los mercados siguen siendo una de las redes de interacción social más arraigadas y extendidas. Conviene cuidarlos.

Desde los mercados se puede tomar el pulso a los barrios y pueblos y, en este caso, cuestionar el marco mental de los poderes públicos y sus lógicas de actuación.

Cuando el alcalde y su equipo justifican la suspensión del mercado por motivos de seguridad, olvidan la seguridad económica de muchas familias que dependen de esta actividad. Muchos vendedores sin licencia son residentes de Canovelles y municipios cercanos desde hace años y vendían en el mercado sin generar incidentes. Ellos también se vieron sorprendidos por el aumento de nuevos vendedores en los últimos años.

El anuncio de la suspensión provocó incertidumbre entre los comerciantes con o sin licencia. Pero son estos últimos, mayoritariamente extranjeros, quienes han sufrido una pérdida repentina de ingresos, agravando aún más su precariedad. Los representantes de este colectivo, con una larga experiencia en la interlocución con el ayuntamiento, han denunciado (https://go.ivoox.com/rf/135581354) la falta de diálogo y el hecho de que se haya responsabilizado de manera indiscriminada a los vendedores del top manta por el descontrol del mercado.

Las autoridades tienen la responsabilidad de garantizar la seguridad y regular el uso del espacio público, pero una política basada únicamente en el control policial puede asfixiar la vida comunitaria.

La comunicación de las autoridades públicas debería transmitir los valores y el proyecto de sociedad que orientan la acción política concreta. En cambio, el equipo de gobierno de Canovelles parece haber optado por una retórica alarmista que estigmatiza a un colectivo en situación de precariedad socioeconómica y, a menudo, víctima de racismo, con el objetivo de presionar a la Generalitat para obtener más policías.

Aunque no se han registrado conflictos entre los comerciantes con licencia y los vendedores ambulantes, algún partido político ya ha aprovechado la polémica y el eco mediático y social para alimentar el discurso de un supuesto agravio.

Vivimos tiempos de incertidumbres geopolíticas, medioambientales, sociales y económicas que provocan confusión y ponen a prueba la capacidad de respuesta de las instituciones políticas. No podemos permitir que el debate público se contamine de alarmismo innecesario ni que se debilite aún más el tejido comunitario. Por ello, es necesario rechazar una «nueva normalidad» basada en la sobreactuación y la difusión de discursos exagerados para obtener beneficios políticos a corto plazo.

Miquel Àngel Prieto