Inmigración i salarios

11/06/2025

Rafael Allepuz

Hay discursos xenófobos que insisten en culpabilizar a las personas de origen extranjero que residen en el territorio de nuestros problemas de convivencia, pero también de nuestros problemas económicos y sociales. Se trata además de discursos racistas y clasistas. No se acepta la multiculturalidad cuando debemos convivir con personas con bajos estatus económicos y sociales, mientras que se acepta a personas diferentes cuando son ricas o nos aportan algo valioso económica y socialmente.

He leído y escuchado últimamente la idea de que las personas trabajadoras de origen extranjero lo hacen con niveles salariales bajos y esto provoca que, en general, los niveles salariales del mercado laboral se mantengan bajos.

Hay que tener cuidado, porque de esta manera se interpreta que los trabajadores y trabajadoras extranjeras son los responsables de que los salarios sean bajos. Se trata de una forma más de estigmatizar a las personas inmigrantes, de hacer creer que con la competencia que existe entre las personas en paro para conseguir un empleo, si se elimina a las de origen extranjero las posibilidades de trabajo para la población autóctona son mayores y las opciones para conseguir mejores condiciones de trabajo también. Así es como se justifican los procesos de expulsión como los que vemos en EEUU y que pueden convertirse en una mancha de aceite que se extiende por todas partes.

Esto no es cierto. Los salarios están vinculados a los puestos de trabajo. De esta forma las personas que trabajan en empleos de baja cualificación profesional son las que tienen los salarios más bajos porque son los que corresponden a estos trabajos, no por las características personales de las que los desarrollan. En cambio, las que lo hacen en trabajos de mayor calificación, reciben salarios más elevados.

Si en nuestro país los niveles salariales son bajos, que lo son, es porque la estructura productiva se caracteriza por una presencia muy importante de empresas y sectores de actividad que requieren, de media, bajos niveles de calificación. Un ejemplo lo tenemos en que una de las características de nuestro mercado de trabajo es la sobre cualificación laboral, fenómeno que se caracteriza por que cerca de un 30% de la población trabajadora lo hace en puestos de trabajo que requieren menor formación y capacitación de la adquirida. Si los salarios tuvieran relación con las características personales, estas personas recibirían salarios más elevados, pero como ocupan puestos de trabajo de menor calificación reciben salarios más bajos, así como unas condiciones de trabajo inferiores a las que podrían tener.

El motivo por el que la población de origen extranjero recibe bajos salarios se encuentra en el acceso a determinados puestos de trabajo, porque tienen pocas posibilidades de acceder a los de mejores condiciones. Esto también le ocurre, aunque con menor medida, a la población joven y a las mujeres, grupos poblacionales todos ellos que sufren discriminación laboral. Ésta viene motivada por el acceso a determinados puestos de trabajo y no a sus características personales.

Es por ello que, si queremos que los salarios sean más elevados, entre otras acciones, habría que invertir más y mejor en crear actividad productiva que genere mayor valor añadido, es decir, que requiera mayores niveles de cualificación profesional, para poder ofrecer mejores condiciones de trabajo a las personas que trabajen. Así pues, el problema radica en que la población extranjera accede a los trabajos más precarios, que son los que evita, si puede, la población autóctona. Las personas extranjeras se adaptan a un determinado funcionamiento del mercado de trabajo, por lo que son más bien víctimas.

El objetivo de esta reflexión es el de evitar culpabilizar a las personas de origen extranjero de nuestros problemas, uno de los cuales es el deterioro de las condiciones de trabajo, entre las que destacan los salarios. Éste es uno de los argumentos utilizados en los discursos xenófobos en contra de la presencia de inmigrantes en nuestro territorio. Es falso creer que sin la población extranjera nuestras condiciones de vida, especialmente las de trabajo, mejorarían. Cuidado, porque estos discursos están cuajando entre la ciudadanía, favorecen el éxito que están teniendo los partidos de extrema derecha y justifican las decisiones de expulsión de la población extranjera, así como la creación de barreras para su llegada.

Rafael Allepuz

Justícia i Pau-Lleida