Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

Vínculos desatendidos

Miguel Angel Prieto
25/03/2024

En mi teléfono móvil compruebo que las usuarias de las redes sociales están encendidas porque los agricultores y ganaderos contrarios a las medidas de los gobiernos autonómicos, central y de la Unión Europea han bloqueado las principales carreteras. En el telediario, expertos y políticos del Departamento de Educación explican los malos resultados de los alumnos catalanes en las pruebas PISA. Ni las redes digitales ni los llamados medios tradicionales mencionan a los asalariados del campo al abordar la crisis agraria. Este verano, los temporeros recolectarán la fruta y quizás tengan dificultades para encontrar un alojamiento digno. ¿Cuánto tiempo se destina en el debate educativo a exponer las inquietudes y motivaciones de los jóvenes que no continúan sus estudios después de la ESO? En Cataluña, el porcentaje de jóvenes que abandonan prematuramente la escuela es del 14%, y alcanza el 36% entre los jóvenes procedentes de países fuera de la Unión Europea.

Me aparto un momento de la rutina diaria y hojeo el archivo de las décadas de los 50, 60 y 70 de la revista cultural cristiana “El Ciervo”. Me ha llamado la atención un columnista habitual que denunciaba lo que cobraban las ensobradoras de cartas, la situación de los barrios periféricos de Barcelona o la falta de ayuda a las víctimas de la guerra de Biafra.

Joan Gomis, desde su posición privilegiada como periodista (aunque sometido a la censura previa del régimen), llamaba nuestra atención sobre las personas vulnerables, sin herramientas para ejercer presión política o altavoces mediáticos para explicar su realidad. Durante los últimos años de la dictadura y los primeros de la transición, periodistas de calle como Josep Maria Huertas o Maria Eugènia Ibáñez publicaban reportajes sobre las preocupaciones locales que lograban transmitir las experiencias colectivas en las ciudades. Pasados 50 años de la transición democrática, hay muchos canales para reclamar los derechos, la libertad de expresión está garantizada y nuevos medios de comunicación ofrecen diversidad de perspectivas.

Más recientemente, el auge de la economía de los datos y la introducción de procedimientos algorítmicos en plataformas de comunicación (Google, Meta, YouTube…) favorecen un consumo de información adaptado a nuestras supuestas preferencias, y al balance de resultados de las empresas digitales. Son los nuevos prescriptores de la atención. A pesar de la diversificación de las fuentes de información, el aumento y la personalización de las noticias, esto no se ha traducido proporcionalmente en una mayor visibilidad de las situaciones de exclusión o en una conversación pública más inclusiva. Quizás, la excepción más significativa sea la incorporación del enfoque de género en el tratamiento de la información. El premio Nobel Herbert Simon advirtió que la abundancia de información hace que la atención se convierta en un bien escaso, con muchos actores compitiendo por captarla, y en un mundo de relaciones líquidas (Zygmunt Bauman) a menudo apuestan por relatos superficiales, noticias espectaculares o conformes a los intereses de las élites. Precisamente, el último informe de la fundación FOESSA sobre la situación social en España alertaba sobre la transición hacia un nuevo modelo caracterizado por la desvinculación, en el que las relaciones humanas y comunitarias se deterioran y se sustituyen por un individualismo centrado en el bienestar material y un aumento de la segregación social. La desvinculación no es la causa de que en Cataluña el 29% de la población sufra exclusión social (FOESSA 2023), pero descuidar lo que nos une en términos comunitarios o colectivos puede perpetuarlo o empeorarlo.

El partido no ha terminado. Ahora como antes, hay medios, periodistas y activistas que iluminan la complejidad social y política de nuestro mundo, algunos han sido premiados con el Premio Joan Gomis. Prestémosles la atención que merecen y vinculémonos con las entidades y movimientos que reclaman una acción política consecuente. Y si esto no es posible, al menos, alejémonos del móvil de vez en cuando y hablemos con nuestras vecinas.

Miquel Angel Prieto